ESTRUCTURA DE LOS GRUPOS

ESTRUCTURA DE LOS GRUPOS

ESTRUCTURA DE LOS GRUPOS

Los grupos de trabajo no son masas desorganizadas. Tienen una estructura que da forma al comportamiento de sus miembros y hace posible explicar y predecir una buena parte del comportamiento de los individuos en los grupos, así como el desempeño de los mismos grupos.

¿Cuáles son estas variables estructurales?

Liderazgo formal

En general los grupos de trabajo tienen un líder formal señalado con un título como gerente, supervisor, capataz, líder de proyecto, jefe de fuerza de tarea o presidente de comisión.

Roles o papeles

Como dijo Shakespeare, “el mundo es un escenario y todos los hombres y las mujeres no son sino intérpretes”. Con la misma metáfora, todos los miembros de un grupo son actores que representan un papel o rol, término por el que denotamos un conjunto de pautas de conducta esperadas y atribuidas a alguien que ocupa determinada posición en una unidad social. La comprensión del comportamiento de los papeles se simplificaría radicalmente si todos escogiéramos uno y lo “representáramos” todo el tiempo y en todo lugar. Pero se nos pide que interpretemos varios papeles distintos, dentro y fuera del trabajo. Como veremos, una de las tareas de entender la conducta es captar el papel que asume una persona en un momento dado.

Por ejemplo, Bill Patterson es gerente de planta en Electrical Industries, un fabricante grande de equipo eléctrico de Phoenix. En su puesto representa varios papeles; por ejemplo, empleado de Electrical Industries, miembro de la gerencia media, ingeniero electricista y principal vocero de la compañía en la comunidad. Fuera del trabajo, Bill Patterson personifica otros papeles: esposo, padre, católico, rotario, tenista, miembro del Club Campestre Thunderbird y presidente de la asociación de vecinos. Muchos de estos papeles son compatibles; otros generan conflictos. Por ejemplo, ¿qué influencia tienen sus creencias religiosas en sus decisiones administrativas sobre despidos, reservas en la cuenta de gastos e información dada a las de- pendencias gubernamentales? Una oferta reciente de ascenderlo le impone que se cambie de ciudad, pero su familia tiene muchos deseos de quedarse en Phoenix. ¿Puede conciliar las exigencias que le impone su papel laboral con las demandas de sus papeles de esposo y padre?

El tema es claro: como Bill Patterson, a todos se nos pide que representemos varios papeles y nuestro comportamiento varía con el papel que representamos en el momento. El comportamiento de Bill en la misa dominical es distinto que su comportamiento más tarde en la cancha de tenis. Por tanto, los grupos imponen papeles distintos a los individuos.

Identidad de los roles. Hay ciertas actitudes y conductas congruentes con un papel, de modo que se establece una identidad de los roles. Las personas tenemos la capacidad de cambiar rápidamente de papeles cuando advertimos que la situación exige sin duda cambios radicales.

Por ejemplo, cuando las sobrecargos sindicalizadas eran ascendidas a puestos de supervisión, resultó que sus actitudes cambiaron, de ser favorables al sindicato, a ser favorables a la dirección a los pocos meses del ascenso.

Cuando más tarde estos ascensos fueron cancelados por dificultades económicas de la empresa, las supervisoras degradadas retomaron sus actitudes favorables al sindicato.

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Percepción de los roles. El punto de vista de uno sobre cómo debe actuar en determinada situación determina la percepción de los roles. Basados en una interpretación sobre cómo creemos que se espera que actuemos, adoptamos ciertos comportamientos.

¿De dónde sacamos estas percepciones? De los estímulos que nos rodean: amigos, libros, películas, televisión. Muchas autoridades aprendieron sus papeles leyendo novelas, en tanto que los abogados de mañana resentirán la influencia de programas de televisión sobre esa profesión. Desde luego, la principal razón de existir de muchos sistemas de aprendices de artes y oficios es que estos principiantes observen a un “maestro” para que aprendan a conducirse como se espera de ellos.

Expectativas de los roles. Las expectativas de los roles se definen por cómo creen los demás que una persona debe actuar en una situación dada. La manera en que uno se comporta está determinada en buena medida por el papel definido en el contexto en el que se esté actuando.

Por ejemplo, se considera que el papel de juez federal es de propiedad y dignidad, en tanto que el entrenador de fútbol es visto como agresivo, dinámico y que infunde aliento en sus jugadores.

En el trabajo, puede ser útil estudiar el tema de las expectativas desde el punto de vista del contrato psicológico, que es un acuerdo tácito entre los empleados y el patrón. El contrato psicológico establece expectativas mutuas: lo que espera la administración de los trabajadores y viceversa. En efecto, el contrato define las expectativas de comportamiento que acompañan a cada papel. Se espera que la administración trate a los empleados de manera justa, que les proporcione condiciones aceptables de trabajo, que les comunique claramente cuál es la jornada justa y que les brinde retroalimentación sobre su desempeño.

Se espera que, a cambio, los empleados demuestren una buena actitud, obedezcan las instrucciones y sean leales con la organización.

¿Qué sucede cuando no se cumplen las expectativas de los papeles que están implícitas en el contrato psicológico? Si la administración descuida el cumplimiento de su parte del trato, es de suponer que haya repercusiones negativas en el desempeño y la satisfacción de los empleados. Cuando los empleados no están a la altura de lo que se espera de ellos, el resultado es algún castigo e incluso el despido.

La simulación demostró con creces qué pronto los individuos asimilan nuevos papeles. Los investigadores tuvieron que detener el experimento a los seis días por las reacciones patológicas que manifestaban los participantes, los cuales, como recordará, habían sido elegidos precisamente por ser normales y ecuánimes.

¿Qué se concluye de esta simulación carcelaria? Los participantes del experimento, como todos nosotros, habían aprendido nociones estereotipadas de los papeles de celador y preso en los medios de comunicación y por sus experiencias con las relaciones de poder vividas en casa (padres e hijos), la escuela (maestros y alumnos) y otras situaciones. Esto les permitió asumir rápida y fácilmente unos papeles que eran muy distintos de su personalidad. En este caso, vimos que personas sin antecedentes de patologías de personalidad ni capacitación en sus papeles exhibieron formas extremas de conducta congruentes con los papeles que representaban.